ES EL poeta como el h铆gado exagerado del ganso: al obligar a una de sus facultades a la aberraci贸n de extenderse hasta ocupar toda su cabeza, se genera contraindicaciones. Ya no sabe si est谩 triste o se est谩 haciendo el triste. Ya no sabe si est谩 utilizando las palabras suyas o las palabras de otros. Ya no valora las partes de la realidad que-no-puede-convertir-en-poema. Reducido a especialista, empieza a sentir miedo o desprecio por lo que no conoce, al punto de que ya no se atreve a salir de la poes铆a: ¿qui茅n le garantiza que fuera de ella no haya un precipicio, o un laberinto con monstruos, o una calle atestada de francotiradores?