Mucho cuidado


Hacerte qué. Hacerte una cerbatana y soplar contigo, encenderte y preguntarte, a que no sabes cuántos pétalos tienen los jilgueros, a que no conoces el árbol del que proceden las amapolas, a que no te atreves a subir conmigo el Jungfrau.

A que no te atreves a escribir MURCIÉLAGO en el escaparate mientras el segurata mira hacia el miércoles, a que no te aprendes conmigo todos los estados de México, a que no te subes al tobogán del leopardo continuo, a que no.

Te dirĂ­a una palabra sucia. Pero una palabra sucia que se engarza a otra sucia hace una frase limpia: de fuentes sucias nacieron Lady Godiva y los caballos de carreras, de ahĂ­ las peonzas y el nĂşmero nueve, las escarolas y tĂş.

Hacerte quĂ©. Manosearte, mordisquearte del fĂ©mur al cerebelo, lamerte todos los pensamientos tuyos que tienen hache y, sobre todo, chuparte muy despacio la coronilla: ¿sabes lo que me gustan las zonas de tu cuerpo que tĂş no ves pero yo sĂ­ veo, las zonas que no posan ante el espejo y tambiĂ©n amo?

Te lo dije: Mucho cuidado con dos personas que se están besando. El mundo se vuelve al revĂ©s cuando dos personas se besan: ¡toda Roma empieza a tocar la cĂ­tara mientras arde NerĂłn!