DIGAN LO que digan los tristes profesionales, la vida es la hostia. Nunca te caes hasta el fondo. Nunca fracasas del todo. Tu padre se muere y la luz no termina de apagarse. Tu chica se marcha y la fuente sigue manando. Te abandona tu estrella y consigues una de madera. Se termina tu infancia y te haces una de palabras. Por más que trates de arruinarte por todos los medios, todos los días, en todos los lugares, que hasta eres de las que madruga para hacerse daño, no te infliges nada irreversible. Derrotada y desahuciada, hundidos tus pies en el barro, de pronto te encuentras una paloma de cuatro hojas. Te encuentras un quizá. Un adelante. Un todavía.